Por primera vez en varias semanas, la madrugada de este domingo 17 de mayo el silencio y el vacío dominaron las calles de Pachuca. El cúmulo de negocios, de restaurantes, taquerías y esos lugares donde la gente suele acudir por las noches para compartir el pan y la sal permanecieron cerrados.
Bares y antros también bajaron sus cortinas, algunos incluso clausurados como resultado de la negligencia al seguir operando con los consabidos riesgos de contagios del fantasma que ahora recorre las calles, ese de nombre coronavirus.
Al menos ese panorama pudo observarse en varias de las zonas donde es más que común el jolgorio, la fiesta, la alegría; esta noche prevaleció la falta de noctámbulos en puntos como el Centro y la Zona Plateada, esta última “corazón” de la vida nocturna para la sociedad pachuqueña que suele prolongar el deseo hasta muy altas horas de la madrugada.
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Las arterias más concurridas, como el Río de las Avenidas, los bulevares Felipe Ángeles, Colosio, el G. Bonfil, y avenidas como Revolución, donde hasta hace muy poco la población circulaba a toda hora, lucieron de igual forma desiertas, porque sólo de esta manera, obligando al cierre de comercios y establecimientos, la gente dejó de salir por las noches.
Sólo algunos conjuntos de norteños, mariachis, trasnochados que no tienen de otra para sobrevivir; una mujer con sus hijos en alguna esquina vendiendo dulces y refrescos, sabrá dios a quién, un par de jóvenes con pinta de cazadores de brindis, uno de ellos con un vaso todavía en la mano.
Sin embargo, al interior de algunas colonias de Pachuca, como Bosques del Peñar, Colinas de Plata, otras tantas al sur de la ciudad como el C. Doria o Tulipanes, hubo quienes continuaron la vida como si nada grave ocurriera, con la música alta que no deja dormir al vecindario, con los tintineos constantes del chocar de las copas, con las bocanadas de tabaco elevándose como desafíos a la suerte. Y eso que ya fue cancelada también la venta de alcohol.
Patrulleros en rondines, veladores con sueño; la ciudad de Pachuca parecía otra, una distante que por momentos se negaba a guarecerse del monstruo cuyas siglas son Covid-19, ciudad atípica en una noche igual de rara, extrañamente calurosa, pegajosa.
La noche de este sábado Salud en Hidalgo reportó 812 casos confirmados de Covid-19 y 151 defunciones derivadas, 212 sospechosos y 156 pacientes recuperados. Lo peor está por llegar, advirtieron las autoridades; tal vez ese silencio, ese vacío momentáneo, sean sólo una especie de presagio; ojalá que no.
jmg
